El Riad es una maravilla, eso es un hecho, pero hubo cosas que no nos gustaron nada: cuando faltaban 50 metros para llegar, un chico nos preguntó si íbamos al Riad Loudaya y le dijimos que sí (pensamos que trabajaba allí, si no le habríamos dicho que no porque esta gente siempre te quiere cobrar) así que cuando llegamos a la puerta, nos dijo que le diéramos algo de propina; justo volvíamos muy cansados del desierto y el hombre que nos abrió la puerta del riad, en lugar de hablar con este chico y terminar la discusión, abría cada vez más la puerta para que el susodicho siguiese gritándonos y pidiéndonos dinero. El hombre no hablaba ni español, ni inglés, ni francés (aunque dijera que sí, al final no se manejaba con ninguno.
Ademas, cuando nos asignó habitación, nos tocó una con dos puertas, una de Cristal con un pequeñísimo cerrojo y Justo delante otra de madera que se serraba con candado pero por fuera, así que teníamos cero aislamiento (estábamos delante de la piscina en la planta baja) –y oíamos TODO lo que gritaba quien llegase al riad– y cero seguridad.
Para colmo, cuando estuvimos rellenando los datos del check-in (tras 15 min. de discusión con el chico que nos llevó al riad porque quiso) nos cobraron 5€ de tasas, hasta ahí todo bien hasta que te das cuenta de dos cosas: 1, que en el anterior riad no nos pidieron nada y 2, que no nos lo justificaron con ningún recibo ni folio oficial, lo escribió en rojo en un papel en sucio y ya