Un edificio antiguo precioso, por algo es posada real, con detalles de siglos pasados.
Un entorno tranquilo en un pueblo cuidado.
Solo una trabajadora para todo y todo el día y noche: recepción, camarera, cocinera, limpieza...solo faltaba que cortase el césped, que tampoco lo descarto. Por cierto, muy agradable al trato; con un poco suerte, ahora con la inteligencia artificial, los jefes podrán multiplicarla las funciones.
La habitación nos la encontramos desorganizada; pues habían cambiado la cama y los muebles de sitio, que no hubo problemas porque la trabajadora enseguida lo ordenó todo al decírselo. La calefacción no funcionaba, pese a haber comenzado ya a hacer frío.
No puedo opinar de la cocina porque comimos afuera. Sobre el desayuno es autoservicio con pan Bimbo.
El aparcamiento mejor dejar el coche afuera, también hay sitio.
Tiene unos grandes jardines que podrían estar más bonitos si se cuidasen.
Buena limpieza.
El precio, barato.